Hasta hace poco nos habíamos quedado con las ganas de participar en algún taller con Patricio Betteo, a quien conocíamos, desde hace tiempo pero que en sus tantos viajes de prófugo gitano le habíamos acabado por perder la pista. Ahora por fin en la FILIJ y gracias a Página Ilustrada (a cargo del valiente Ricardo Peláez), tuvimos la oportunidad del añorado rencuentro con un ilustrador al que ya sabíamos ermitaño, pero accesible, existencial, generoso, reflexivo, melancólico, irreverente, atrevido, poético y siempre experimental pero como amigos ahora observamos y celebramos además el que consideramos su mejor momento, uno enmarcado por esa madurez, como quien viene de regreso de un largo camino recorrido con toda la experiencia capitalizada; que le permite ser dueño de sus propias decisiones y estar cómodo viajando ligero y dejando espacio para cosas nuevas, como el mismo lo define “permitirnos ser humanos” para salir al encuentro y aprovechar “el accidente”.
Nos llevamos muchas lecciones de este encuentro, no sólo del ilustrador, sino principalmente de la persona por lo que esperamos pronto poder jugar y divertirnos más a partir de este pretexto, pero sobre todo poder generar el lugar y camino que nos lleve a nuestro propio equilibrio.
Nos quitamos el sombrero ante uno de los mejores ilustradores de esta generación y confiamos pronto poder asimilar más de esta experiencia, por lo pronto les dejamos una imagen que hicimos anteriormente, en las que se nos aparecieron unas mariposas que coquetean con el universo de Betteo.
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