A menudo recuerdo un relato de Anthony de Mello que cuenta sobre el discípulo de un guru, quien teniendo como principal ocupación lo espiritual, dedicaba parte de cada mañana a su limpieza tras lo cual ponía a secar su taparrabos, siendo su única posesión. Hasta que un día descubrió que las ratas comenzaban a comérselo por lo que consiguió un gato. Pero ahora debía mendigar también para el sustento del gato, por lo que con el tiempo consiguió una vaca resolviendo así el problema del sustento diario, más ahora debía alimentar a la vaca; por lo que decidió hacerse de un terreno y cosecharlo lo que lo dejaba sin tiempo para su meditación. Fue así como decidió casarse pensando en que la mujer se ocuparía de estas tareas. Siendo la esposa diligente pronto hizo fructificar sus posesiones de modo que cuando tiempo después su maestro fue a visitarlo lo encontró en la riqueza y sorprendido lo reprendió al considerar que había traicionado sus votos más sagrados a lo que el discípulo respondió: No va usted a creerlo, señor, pero fue el único modo que encontré para conservar mi taparrabos”.
Esto viene a mi mente porque vez tras vez nos encontramos sumergidos en pendientes de todo tipo: actualizar equipo, contratar personal, capacitar, asistir a reuniones, contestar llamadas, perseguir pagos, pagar cuentas, hacer declaraciones fiscales, resolver impevistos, etc… cuando yo sólo quería dibujar…
1 comentario:
Vaya una enseñanza de vida :) me ayuda existencialmente¡,
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