Es un fenómeno muy interesante que cada ilustrador aborda de modo diferente y valida, a veces es inevitable que cada uno tenga su paleta preferida, sin embargo más allá de las cuestiones técnicas implícitas, sobre todo cuando el producto acabará en una impresión y de los consabidos usos, costumbres y mitos; que si ciertos colores dan más lata para imprimir, que entre menos canales contenga es más limpio, que entre más brillantes o primarios más infantil, etc, etc, etc… Lo que es un hecho es que el color refleja emociones, ambientes y hasta horas del día, como bien lo sabían los impresionistas, y en nuestro caso y puede que lo más importante es que tiene la capacidad de poner énfasis o interés, en un boceto que incluso no lo sea tanto o bien puede acabar por matarlo.
Aquí presentamos un ejemplo de un maravilloso boceto gracias a la mano de Alberto y una muy buena aplicación de brochas por parte de Emmanuel, sin embargo el color no estaba siendo muy justo con el trabajo y de vez en cuando es bueno que un ojo nuevo y fresco intervenga, que es donde muchas veces metemos manos siendo los capitanes del barco para asegurarnos de que llegue a buen puerto. Unos ajustes por aquí otros por allá y ¡¡¡Ta-Dam!!! se hizó la magia. Lo maravilloso es que todos los ingredientes estaban ahí desde un principio sólo había que ayudarlos un poco a ver la luz y a que tomaran su lugar en la orquesta.
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