Algunas veces en la vida te visitan imágenes, premociones, visiones que vienen desde lo más profundo y se convierten sin querer en una bandera que te rescata, te convierte, te transforma. Este es el caso de mi vendedora de sueños, que fue para mi como capullo a la oruga, que me llevó de una parte a otra en mi vida, en un recorrido hacia mí misma desde la primera línea.
Como cita el refrán “en casa de herrero azadón de palo” y es que como buenos proveedores de imágenes, absortos en el trabajo de nuestros clientes, muchas veces somos los últimos en la lista para generar nuestras propias imágenes por lo que cuando llega la hora, muchas veces batallamos para meter trabajos a concurso. Razón de mayor alegría cuando no sólo logramos hacerlo; sino que además contamos con la distinción de quedar seleccionados.
